Arxivar per novembre, 2011

Carta abierta al futuro Presidente del Gobierno, sobre la crisis económica y el gasto militar

Posted in cultura de pau, Democracia, Drets humans, Noviolència, pacifisme, Qüestions militars on novembre 19, 2011 by Alfons Banda

 

Sr. Presidente,

 

Somos conscientes de que asumirá el encargo de presidir el Gobierno en un contexto de grandes dificultades económicas, de distanciamiento entre la ciudadanía y la política y en el que tendrá que dar respuestas convincentes ante los múltiples retos actuales.

 

La ciudadanía vive perpleja ante la sensación de que los gobiernos del mundo democrático terminan por plegarse a unas exigencias que no emanan del sentir popular sino de unos intereses económicos globales. Exigencias que, en medio de la opacidad y la desregulación, terminan por beneficiar a unos pocos. Así, parece difícil evitar que la gente piense que paga los platos rotos de una fiesta en la que no decidieron ni la comida ni los invitados.

 

Una globalización económica sin regulación nos ha conducido a una democracia acosada por los mercados y de precaria credibilidad. La comunidad internacional, más allá de reaccionar con medidas urgentes ante lo que acontece, debe acometer una revisión a fondo de los acuerdos, mecanismos y estructuras en los que se fundamenta el actual sistema económico.

 

Si, como parece, se opta por reducir el gasto público y las inversiones, no podemos asistir impasibles al recorte de prestaciones sociales, sanitarias y educativas –todas ellas siempre fundamentales pero aún más en un contexto de crisis que comporta más precariedad a buena parte de la población- o a la inversión en ciencia e innovación. Es esencial generar otro sistema económico que pueda ser más justo, sostenible, productivo y sólido.

 

No asistiremos impasibles a la reducción de inversiones y gastos cruciales para el bienestar y la protección de la calidad de vida mientras se continúa manteniendo un descomunal gasto militar.

 

Sabemos que no es un caso específico de España. Los principales países del mundo, encabezados por los Estados Unidos, mantienen una inmensa maquinaria bélica. Si tenemos en cuenta las graves carencias que afectan a la mayoría de los habitantes del planeta, el desarrollo de este desmesurado arsenal constituye un auténtico insulto. Lamentablemente, este modelo se proyecta con fuerza y los países emergentes se esfuerzan en copiar los mismos modelos. Por ello, el incremento del gasto militar, la producción de nuevos sistemas armamentísticos o la adquisición de nuevas armas en el mercado internacional son pautas habituales de muchos países. Hay que recordar que, tal como apuntaba el reciente Informe del SIPRI, el gasto militar mundial, pese a los 4 años de crisis económica, subió en todo el mundo un año más, hasta alcanzar la escandalosa cifra de 1,6 billones de dólares.

 

Mientras, los Objetivos del Milenio –que nos recuerdan las apremiantes necesidades que deberíamos atender si queremos reducir las amenazas que el hambre, la falta de salud o de educación suponen para la población mundial- siguen incumpliéndose año tras año.

 

Se trata de una política errónea propiciada por los grandes productores de armamento, que confunde seguridad con militarismo. ¿Cómo se puede aprobar que para hacer frente a supuestas amenazas militares se invierta tanto dinero y para evitar riesgos reales que se llevan la vida de millones de personas aceptemos impasibles que no existen medios?

 

En el caso español, comprobamos amargamente algunas decisiones de sucesivos gobiernos, que siempre hemos considerado erróneas pero que ahora, además, están impactando gravemente sobre la economía. Se ha decidido participar en grandes proyectos armamentísticos (avión de combate europeo Eurofighter, carros de combate Leopard, etc.), sin valorar si eran realmente necesarios y se correspondían con una visión global y moderna de la seguridad. En cualquier caso, con independencia de su conveniencia, han constituido un desastre financiero.

 

Dedicar más de 16.000 millones de euros para 2011 al gasto militar –teniendo en cuenta todas las partidas, no solo lo que gestiona el Ministerio de Defensa- nos parece una sinrazón. Las posibles misiones internacionales, argumento habitual para justificar una alta dotación en armas a los ejércitos, no precisan de ese enorme gasto y, en concreto, de la  adquisición o fabricación de armas, impuestas por la pertenencia ala OTAN–es increíble quela UEno sea todavía autónoma en materia de seguridad- y que, en buena medida, son propias de conflictos pretéritos.

 

Cuándo hace 14 meses publicamos en estas mismas páginas el artículo ‘Crisis, gasto militar y desarme’ (El País, 2 de agosto de 2010) queríamos alertar sobre la grave crisis económica y la necesidad de establecer unas  prioridades adecuadas a la hora de plantearse recortes del gasto público. Durante estos meses hemos visto como la crisis económica se agudizaba sin que las medidas de austeridad hayan alcanzado al gasto militar.

 

Pero a la vez hemos sido testigos de dos fenómenos de gran trascendencia.

 

Por un lado, miles y miles de mujeres y hombres del mundo árabe han dicho “¡Basta!”. Han gritado al mundo que también quieren vivir con dignidad, aspirar a la justicia y disfrutar de la libertad. Han hecho tambalear, y caer en algunos casos, a dictadores que lamentablemente, contaban con el apoyo interesado de buena parte de las democracias occidentales. Con las modernas tecnologías de la información y la comunicación, que permiten la libre expresión y la participación no presencial, los ciudadanos ya no sólo serán contados en las elecciones. Deberán contar también después. Pueden influir y decidir. Y deben hacerlo.

 

Por otro lado, en España irrumpía con fuerza el movimiento del15 M, internacionalizado meses después con la movilización del 15 0. Unas movilizaciones surgidas de la disconformidad e indignación de muchas personas ante la degradación de la calidad de vida, la pérdida de capacidad democrática de dirigir la economía y el alejamiento de la política de sus auténticas responsabilidades.

 

Por cuanto antecede nos parece que proteger el gasto social y dirigir los posibles recortes hacia el gasto militar es una medida que fortalece la democracia, mejora el bienestar y envía a la ciudadanía un mensaje positivo, al priorizar la agenda social en un contexto de crisis aguda.

 

Sr. Presidente: le agradeceremos que tenga en cuenta estas reflexiones y sugerencias.

 

Firman este artículo:

Federico Mayor Zaragoza, presidente Fundación Cultura de Paz y

Santiago Álvarez Cantalapiedra, director CIP-Ecosocial

Jordi Armadans, director Fundació perla Pau

Alfons Banda, coordinador Comité Interenacional Fundacío perla Pau

Manuel Dios Diz, presidente Seminario Galego de Educación para a Paz (SGEP)

Vicenç Fisas, director Escola de Cultura de Pau dela Universitat Autònoma de Barcelona (UAB)

Rafael Grasa, presidente Instituto Català Internacional perla Pau (ICIP)

Carmen Magallón, vicepresidenta Asociación Española de Investigación parala Paz (AIPAZ)

Manuel Manonelles, director UBUNTU y Fundación Cultura de Paz Barcelona

Vicent Martínez Guzmán, director honorífico Cátedra UNESCO Filosofia Pau Universidad Jaume I de Castelló dela Plana

Xavier Masllorens, presidente Fundació perla Pau

Manuela Mesa, presidenta Asociación Española de Investigación parala Paz (AIPAZ)

Beatriz Molina, directora Instituto dela Paz y los Conflictos Universidad de Granada

Arcadi Oliveres, presidente Justícia i Pau Barcelona

Pere Ortega, presidente Federació Catalana d’ONG perla Pau

Gorka Ruiz Santana,

presidente Foro Asociaciones de Educación en Derechos Humanos y porla Pazdel Pais Vasco

 

 

 

 

 

Resistir

Posted in Democracia, Drets humans, Europa, sistema financer on novembre 8, 2011 by Alfons Banda

Motius per tirar el
barret al foc no en falten.  Els problemes
són descomunals, 5 milions d’aturats!, i l’horitzó  incert. La decepció, respecte de  tantes coses,  té extensió i profunditat oceàniques.
Eleccions. L’optimisme té poc marge. No és moment per a inconsistències
guarnides amb banderes. Algú tindrà més vots que els altres i haurà guanyat. I
després? Després caldrà seguir resistint.

Resistir amb
coratge i amb talent. I per als que guardin el respecte i el sentit de les
paraules gosaria a dir que cal resistir amb esperança. El nombrós estol dels
necis no ens la pot arrabassar. La humanitat té vocació de fraternitat, de
dignitat i de justícia. Seguir-la és l’únic camí que ens  lliura dels deliris d’uns pocs que esdevenen
un malson per a tots.

El primer acte de
resistència crec que és anar a votar malgrat tot. Votar amb honesta dignitat. Votar
tot i saber que no estem triant qui manarà sinó qui obeirà. Votar no pas per
salvar l’obsoleta partitocràcia  sinó per
enfortir la democràcia  amenaçada. Votar
perquè no és cert que tots siguin el mateix. Votar perquè uns estan més a prop
dels meus valors que altres. Votar, ni que sigui blanc o nul, perquè podem
pagar més cara la indiferència que els errors. Els gestors del sistema han
conduït la democràcia a ran de l’abisme pel fet d’assimilar-la a l’economia liberal
mentre aquesta es rendia  al domini del
casino financer. Els jocs de mans financers no són l’economia, i l’economia no
pot ser l’única font de criteri per a les decisions polítiques.  Europa és una trista i potser irrecuperable
víctima d’haver-ho ignorat.  Hem construït
damunt la sorra. La llengua, l’ètnia, la religió, han estat els fonaments
problemàtics, sobre els que, en èpoques passades, s’han bastit  pàtries i comunitats polítiques, però ningú s’havia
proposat edificar una comunitat política basada únicament en una moneda comuna
darrera de la qual no hi havia res més. Ni voluntat, ni desig, de res més.

L’actitud
resistent, crec, ha de defensar activament l’estat del benestar és a dir el
conjunt dels drets civils, polítics, socials i econòmics, sense acceptar mai
les raons brutals de la força, o les raons brutes dels diners. Cal resistir per
a no perdre perquè hem de saber que recuperar  ens costarà molt més que el que va costar
guanyar. Per a no perdre drets, parlo de drets i no de privilegis,  de dignitat i no de capricis, de serveis
essencials i no de frivolitats, per a no perdre cal lluitar tan com es va lluitar
per guanyar. Penso que forma part d’aquesta actitud resistent la disposició a
disminuir les desigualtats, per a la qual cosa caldrà, per exemple, donar
suport a una pujada dels impostos directes a una majoria dels ciutadans. Penso
que forma part de l’actitud resistent possibilitar l’emergència de la cultura
de la pau i de la noviolència, basada en el respecte, el diàleg i la cooperació.
I crec que res és possible sense la valoració de l’espiritualitat com a dimensió
essencial de la persona; si la política ha de ser plenament humana cal que
vulgui considerar la persona en totes les seves dimensions. Pot semblar que
negant aquesta dimensió s’afavoreix el consens necessari per a avançar plegats;
la realitat és que negar, o ignorar, qualsevol de les dimensions humanes és una
simplificació estèril i finalment perillosa.

 

 

 

 

 

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